Estrategia Internacional de los Estados Unidos para el Ciberespacio
La estrategia defensiva y de seguridad en el ciberespacio ha sido y es uno de los puntos fuertes de la política del presidente Obama en estos años. Si en otras áreas no se ha destacado especialmente y deja importantes brechas, en cambio sus políticas enfocadas a Internet han supuesto un revulsivo y un espaldarazo esencial en momentos decisivos.
Ahora que enfilamos el final de su primer mandato presidencial y que está en liza electoral el segundo, los especialistas que trabajan en las áreas de inteligencia, defensa y seguridad de la Administración han elaborado una «Estrategia Internacional de los Estados Unidos para el Ciberespacio», un documento de 25 páginas lleno de medidas de extraordinario interés que dibujan las línea maestras enfocadas a conseguir la promoción efectiva de la seguridad y la libertad de expresión en Internet, así como una mayor colaboración y eficacia internacional en estas áreas.
Se trata de proteger mejor la vida privada y garantizar las libertades de expresión, reunión y asociación en Internet, al menos de una forma similar a como lo hacemos al margen de la Red. En coherencia con su discurso político, que no siempre ha sido tal durante estos cuatro años, el presidente Obama expresa en el documento que «podemos trabajar juntos con el fin de construir un porvenir para un ciberespacio que sea abierto, seguro y fiable». Palabras importantes porque durante la Administración demócrata ha habido un especial interés en compatibilizar hasta donde es posible libertad de expresión y seguridad.
Los últimos años Internet se ha demostrado como una herramienta vital no sólo para potenciar la libertad de expresión y los flujos democráticos en países sometidos a distintas dictaduras, ya sea en Asia, países árabes, africanos o latinoamericanos, sino también como fuente de inteligencia y motor de operaciones de seguridad internacional. Su papel, cada vez más relevante en todo el mundo, para la promoción de la libertad y el derrocamiento de regímenes corruptos y dictatoriales, hacía necesaria una estrategia actual y renovada que tuviera todo esto en cuenta, con especial interés en la ciberdisidencia y el ciberterrorismo, dos áreas en las que Estados Unidos tiene campo de actuación vital en aras de su seguridad nacional.
El documento en cuestión presenta la estrategia estadounidense y se articula en torno a siete claves, entre las que destacan la promoción de la libertad de expresión en Internet, un compromiso financiero destinado a favorecer la innovación y los intercambios en línea, preservando siempre la propiedad intelectual, la potenciación de los medios para combatir el ciberdelito, y la cooperación militar entre estados para hacer frente a las amenazas que pesan sobre Internet.
Uno de los aspectos cruciales de la estrategia es que propone exigir a las principales empresas de los sectores energético, financiero y de transportes, en el ámbito internacional, la puesta a punto de nuevos dispositivos de seguridad para la protección de las redes informáticas. Algo que venimos reclamando desde hace tiempo desde numerosos sectores de la inteligencia y la seguridad. Para complementar esta estrategia, la Casa Blanca ha trazado también las líneas maestras de un proyecto de ley cuyo fin es reforzar las armas de que disponen la Administración y el sector privado para protegerse de los ciberataques. Son dos enfoques fundamentales y acertados para tener éxito ante los retos que presenta la Red. En este sentido, podría ser una de las mejores herencias de la presidencia Obama hasta ahora y una de las que está cargada de mayor visión de futuro.
La «Estrategia Internacional de los Estados Unidos para el Ciberespacio» queda así orientada a promover una infraestructura de información y comunicaciones abierta, interoperativa, segura y fiable, cuyo objetivo esencial es fomentar el comercio, la seguridad y la libre expresión e innovación, incluyendo una mención especial al bloqueo ejercido por algunos gobiernos que tratan de doblegar y aplastar los movimientos opositores y que claman por la libertad y la democracia.
Esta política refuerza el papel de Estados Unidos como principal motor de cambio y garante de las libertades en todo el mundo, y lo hace a través de una herramienta que ha demostrado su eficacia e influencia en estos años: Internet. Para ello, la estrategia aprobada consolidará un entorno en el que las normas de comportamiento responsable guíen las acciones de los estados, sostengan las alianzas internacionales y apoyen el Estado de Derecho en el ciberespacio.
En contra de lo que los manipuladores ideológicos de siempre apuntan sobre el control autoritario de Internet por parte de Estados Unidos, algo que por otra parte no se sostiene, el país promueve así una red que seguirá siendo segura y libre, tanto para los 2.000 millones de usuarios actuales como para los que se sumarán a esa cifra en los próximos años. Internet, no lo olvidemos, es una aportación estadounidense al mundo, y como tal seguirá siendo esencialmente una herramienta de la libertad.
El ciberespacio se ha configurado ya como el mejor entorno para explorar nuevas oportunidades de progreso y libertad, pero también de represión y de actuación de grupos delictivos y terroristas. Para Estados Unidos son prioridades maximizar la capacidad de Internet para acelerar el progreso humano, pero al mismo tiempo mejorar la respuesta y las herramientas para hacer frente a las amenazas que aprovechan Internet para operar.
La estrategia estadounidense aprobada y ya en marcha se propone el fomento de la innovación y el comercio con plenas garantías a la propiedad intelectual, medidas de seguridad en la red, estructura legislativa y judicial para mejorar la respuesta a los crímenes, la cooperación militar, coordinación global y ayuda a los países en desarrollo para instalar una infraestructura digital, así como la defensa de la libertad en Internet. Son objetivos que van a configurar el futuro que tendremos de aquí a unos años.