El niño perdido, de Thomas Wolfe
Que hay novelas cortas que son joyas literarias, es tan cierto como aquél dicho gallego de las brujas: haberlas, haylas.
“El niño perdido” de Thomas Wolfe, es una elocuente muestra de lo que puede conseguir el talento creativo de un escritor en su máximo esplendor. Es un clásico de la literatura estadounidense, una novela corta e intensa, evocadora y prodigiosa en su narrativa lírica y poética. De corte autobiográfica, “El niño perdido” evoca con magia desbordante y descriptiva la figura del hermano del autor, Grover, fallecido de fiebre tifoidea en 1904, a los doce años.
El argumento tiene lugar en cuatro pasajes, el primero narra en tercera persona un episodio que nos muestra la personalidad del protagonista, y en los otros tres son la madre, una hermana y el hermano menor del niño perdido quienes lo recuerdan.
Olvídese de historias artificiales, aquí sólo encontrará una gran historia humana, cercana y contada con naturalidad y una prosa exquisita y hermosa. Es difícil encontrar actualmente un texto tan bello y tan evocador de un tiempo y una época. La novela fue publicada en 1937 y desborda sentimientos y emotividad, logra conectar con el lector, quien a poco que tenga sensibilidad se conmoverá profundamente.
Fiel exponente de la novela costumbrista americana, “El niño perdido” es brillante y recomendable por completo.
Thomas Wolfe (1900-1938) está considerado como uno de los escritores clásicos de la literatura norteamericana de la primera mitad del siglo XX, con un estilo narrativo que roza lo poético. Wolfe nació el 3 de octubre de 1900 en la ciudad estadounidense de Asheville (Carolina del Norte) y allí creció y se educó hasta que con 16 años se trasladó a la capital del Estado para cursar en la universidad estudios de Humanidades. Su primera novela, con tintes autobiográficos, El ángel que nos mira (1929), fue un éxito y provocó una gran impresión en los medios literarios estadounidenses y británicos. A partir de entonces, se dedicó en exclusiva a la literatura. La secuela de esta primera obra, titulada Del tiempo y del río, se publicó en 1935 y lo consagró definitivamente. Además de esas novelas, Wolfe escribió numerosos relatos o novelas cortas, como Una puerta que nunca encontré y El niño perdido. Tras su temprana muerte a los 37 años por tuberculosis, se editaron las novelas La tela y la piedra (1939) y No se vuelve a casa (1940).
La calidad de sus obras lo ha convertido en un referente y es uno de esos autores que conviene recuperar para recordar el valor de lo auténticamente bueno.
Sinopsis
La acción sucede en 1904, en la época de la Exposición Universal celebrada en Saint Louis. La familia Wolfe se ha trasladado desde Asheville y ha abierto aquí un pequeño alojamiento para los vecinos de su lejana ciudad natal que visitan la Exposición. Grover Wolfe, el niño al que se refiere el título, tiene sólo doce años, pero, según dicen todos los que lo conocen, una sensibilidad y una madurez extraordinarias… La novela cuenta, en cuatro tiempos, con cuatro voces distintas muy bien diferenciadas y en cuatro largos capítulos distintos, la búsqueda del “niño perdido”, del hermano muerto. La novela la escribe, precisamente, el hermano del chico, su hermano menor exactamente, el gran Thomas Wolfe, uno de los autores clave de la primera mitad del siglo XX. Con el telón de fondo de esa América provinciana que aún hoy nos fascina, es una novela bellísima, perfecta en su estructura e inigualable en su poder de evocación.
Título: El niño perdido
Autor: Thomas Wolfe
Editorial: Periférica
ISBN 9788492865413