El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) han elaborado el informe “Planeta Vivo 2014”, una de cuyas conclusiones es aterradora: cada vez hay menos animales silvestres y más de la mitad de los que existían hace 40 años ha desaparecido.
Lo cual dice mucho de lo mal que se han hecho las cosas en estos años y de cómo tienen que cambiar. El informe es exhaustivo y está lleno de información reveladora. Por ejemplo, señala que las poblaciones de mamíferos, aves, reptiles anfibios y peces han disminuido en un promedio del 52% desde 1974; los animales de agua dulce soportan una caída brutal del 76%. Muchas de estas pérdidas globales han sucedido en América Latina, concretamente en la región neotropical, con una disminución de las poblaciones silvestres del 83%, que representa una barbaridad. Y nadie hace manifestaciones, ni lo sacan en las noticias ni lo políticos toman partido, ni los ciudadanos se inmutan. Sociedades anestesiadas por las tonterías que difunden masivamente los medios de comunicación, centrados en entretener al público más que en informar objetivamente.

El índice Planeta Vivo se calculaba anteriormente utilizando el declive promedio de todas las poblaciones de especies observadas, pero la ZSL sostiene que el método que usaron en este último informe, que es la décima edición de una publicación bienal, permite un cálculo mucho más preciso del estado colectivo de las poblaciones de todas las especies y en todas las regiones.
Y los datos son acongojantes: el aumento de la pesca en el Océano Antártico amenaza al albatros y los petreles que son capturados accidentalmente. En el caso de los osos polares, el informe sugiere que la causa más probable del declive de sus poblaciones en el Ártico es el cambio climático. Los elefantes africanos del bosque han sufrido una caída de más del 60% entre 2002 y 2011 debido a la caza furtiva, ya sólo quedan 880 gorilas salvajes, (la buena noticia es que aunque siguen en crítico peligro de extinción, es la única especie de grandes simios que ha aumentado su población gracias a los esfuerzos de conservación realizados). La rana dorada de Panamá es un ejemplo de especie en peligro crítico de extinción por la deforestación y destrucción de su hábitat y por una enfermedad causada por un hongo que hace estragos entre los anfibios. Desde 1914 se han perdido 97.000 tigres.

Con el nuevo método empleado, se ha demostrado que los datos de 2008 eran menos fiables, y que las cosas están considerablemente peor de lo que se pensaba en aquel momento. El estudio actual revela que estamos viendo una significativa tendencia a largo plazo de poblaciones de especies en declive y que la mayor amenaza para la biodiversidad es la destrucción y la degradación de hábitats producida por el consumo humano insostenible y sus prácticas contaminantes y colonizadoras.
El informe “Planeta Vivo” sostiene que se están cortando árboles más rápido de los que se pueden plantar, pescando más peces de los que el océano puede renovar, extrayendo agua de ríos y acuíferos más rápido de lo que la lluvia puede volver a llenar, y emitiendo más carbono del que mares y bosques pueden absorber. En suma, un despropósito de alcance global del que pagaremos sus consecuencias. Los cálculos realizados estiman que haría falta un planeta y medio igual que la Tierra para producir los recursos que demanda la humanidad, una demanda que sigue aumentando, pero los recursos no, y ahí está el problema.
Algo tenemos que cambiar, lo primero las mentalidades y las conciencias de todos los ciudadanos en torno a este tema. Después los usos, los consumos y la estupidez en la que tantas personas se obcecan.