Parece que fue ayer, pero ya han pasado 35 años de una de las gestas más recordadas de la Historia. No fue sólo una victoria deportiva, sino también ideológica y el comienzo de una nueva era de esplendor americano al inicio de la década de los ochenta.
El equipo de hockey sobre hielo de Estados Unidos, un grupo de jóvenes universitarios súper motivados por Herb Brooks, un entrenador inasequible al desaliento, derrotó al invencible equipo soviético denominado Red Army en plena guerra fría. Era un 22 de febrero de 1980, y los Estados Unidos lograron una victoria que traspasó el ámbito deportivo y alcanzó el político y social. Un momento mágico, de oro, de los que unen a una nación y exaltan el patriotismo americano.
No es extraño que la revista Sports Illustrated lo describiera así: “Puede ser el momento único más indeleble de la historia del deporte en EE.UU. (…) Un equipo que ha llevado a una nación entera al frenesí”. De hecho, según reflejan varias encuestas, una gran mayoría de ciudadanos estadounidenses lo consideran el mayor logro deportivo del siglo XX. Y eso es mucho, si tenemos en cuenta la cantidad de gestas deportivas que ha alcanzado este país.

Para comprender este hito, debemos recuperar la memoria histórica. Por aquel entonces, la URSS tenía un equipazo de hockey sobre hielo que era demoledor. Atentos a los datos porque son impresionantes: la Red Army había encadenado cuatro oros olímpicos y desde 1964 mantenía un récord de 27 victorias, un empate y una derrota con un balance anotador de 175 goles a favor y 44 en contra. Como para echarse a temblar. Ok. Pues la selección estadounidense venció por 4 a 3 en la épica semifinal celebrada en Lake Placid, Nueva York, con una remontada en el marcador en el tercer período y todavía con 10 minutos por jugarse. Deporte en estado puro y emoción al límite, pero también política y un modo de vida en juego.
En ese período de tiempo decisivo, los soviéticos atacaron sin éxito y se desesperaron, incluso, tras el partido, reconocieron haber sentido pánico en el hielo porque la derrota les convertía en héroes caídos. Vladislav Tretiak, considerado uno de los mejores porteros de la historia, declaró que: “Recibir una medalla de plata es un honor, pero no para la URSS”. Lógico, Vladislav, vaya palizón que os dieron.

El partido ya forma parte de las gestas deportivas estadounidenses, imborrable en el recuerdo de generaciones enteras y motivo de orgullo nacional. Ha pasado a la historia como “un milagro sobre el hielo”. La emoción puede recorrernos todavía al escuchar las palabras de Al Michaels, el locutor de la ABC que retransmitía el partido:
“Once segundos, diez segundos, ¡ahora mismo empieza la cuenta atrás! Morrow, para Silk. Quedan cinco segundos de partido. ¿Creen en los milagros? ¡Sí!”.
El banquillo estadounidense saltó triunfal a la pista, entre los gritos y vítores del público en una escena que se quedó grabada en la retina para siempre.
Así se forjó la leyenda del milagro sobre hielo capitaneado por Mike Eruzione, el jugador y capitán de la selección que anotó el tiro ganador.
Por supuesto, les recomiendo ver el partido y también la película de 2004, El milagro, en la que se cuenta la fascinante historia de este equipo y su victoria. Les va a emocionar y comprenderán mejor lo que aquello significaba.
Los protagonistas de aquel milagro sobre el hielo, el entrenador Brooks y sus jugadores, despertaron la llama del patriotismo en todo el país y de la fe en la victoria final. Aquel éxito significaba mucho más que un oro, se derrotó a los soviéticos en lo que eran mejores: el hockey y la propaganda comunista. Y se hizo de una forma brillante y en equipo.
Aquellos chavales universitarios, inflamados de orgullo, demostraron al país y al mundo lo que se podía conseguir con fe y coraje.
El pasado febrero, 35 años después de la gesta, los 19 supervivientes de aquella selección histórica se reunieron en el Herb Brooks Arena de Lake Placid para rememorar su logro, designado como el momento más importante de la historia del deporte en el siglo XX por la revista Sports Illustrated. 
Y es que el partido contra los soviéticos fue el preámbulo de un final apoteósico: los estadounidenses ganaron su último partido ante Finlandia (4-2) y se proclamaron campeones olímpicos contra todo pronóstico.
Aquella generación de los 80 ayudó a ganar la guerra fría porque tenían fe y coraje. Todos los teníamos.

De verdad, vean la película, es emotiva, nostálgica y apasionante.

Título original: Miracle
Título en español: El Milagro

Director: Gavin O’Connor
Guión: Eric Guggenheim
Música: Mark Isham
Fotografía: Dan Stoloff
Intérpretes: Kurt Russell, Patricia Clarkson, Noah Emmerich, Nathan West, Eddie Cahill,Kenneth Mitchell, Pete Duffy, Michael Coristine, Joe Cure, Bobby Hanson, Nate Miller
Productora: Walt Disney Pictures

Final Minute of the «Miracle on Ice»

Miracle

Miracle – Discurso de motivación de Herb Brooks (subtitulado español)