Se trata de vender libros
Parece una obviedad, pero decirlo y conseguirlo no es tan sencillo. La industria editorial en todo el mundo se esfuerza por encontrar las claves que permitan vender más libros sorteando la piratería, la competencia de cultura y ocio, la crisis económica, los intermediarios que encarecen el libro y toda una serie de condicionantes que han puesto al sector ante un cambio histórico en el ecosistema editorial.
Las estrategias buscan encontrar más lectores y lograr la visibilidad de los libros en un mundo hiperconectado, pero en el que es complicado destacar. Y, por encima de todo, conseguir que esos lectores interesados en los libros, decidan comprarlos para leerlos.
La prescripción de lectura ha cambiado y las viejas fórmulas ya no funcionan. Por eso la promoción de los libros afronta una revolución de la que saldrá fortalecido o herido de muerte.
Superados los canales habituales: librerías, prensa, radio y televisión, ahora lo que realmente funciona, como siempre, es la recomendación personal, el boca a oreja en la calle, la oficina, los hogares o en las redes sociales. El único lugar del mundo donde se mantiene el peso de un medio tradicional, como son los suplementos culturales, es en Estados Unidos, donde siguen influyendo en la venta de miles de ejemplares. En España estos canales dejaron de funcionar hace años y ni las revistas dedicadas a los libros suponen un peso específico en las ventas.
Eso sí, unos cuantos comentarios y recomendaciones a pie de calle, entre los lectores, harán que la prescripción de algunos títulos alcance cotas de best seller. Ni siquiera las presentaciones del autor o sus entrevistas en directo logran los mismos resultados. Tampoco las recomendaciones en los blogs literarios son decisivas o tienen alguna relevancia, permiten cierta visibilidad en internet, pero poco más. Está comprobado que su papel de difusión es bueno, pero generan pocas ventas reales.
La gran burbuja comunicativa que representan los blogs, los magazines digitales y las redes sociales genera enormes cantidades de información, de datos, de “Me Gusta”, de imágenes, de fenómenos virales… comunicativos, pero nulas o muy pocas ventas, tanto en papel como en ebook. Esta es la realidad y por eso las editoriales siguen afanándose en encontrar la fórmula mágica de la promoción efectiva, que en realidad no es tecnológica, ni avanzada ni requiere de grandes inversiones: es la recomendación personal de tu hermano, de tu mujer, de la chica con la que te cruzas corriendo en el parque y con la que charlas mientras os atáis los cordones de las zapatillas, el jefe que llega entusiasmado a la oficina porque ha leído un libro que le va a cambiar la vida, la amiga que te asalta tomando un café y te mete el libro por los ojos en un tris tras sin opción a esconderte… Son todos esos lectores de a pie, de infantería ligera, apasionados, entusiasmados con tu libro, que harán lo posible, lo imposible, lo humano y lo inhumano, lo fantásticamente increíble para dar a conocer y recomendar tu maravilloso libro a los demás lectores. Porque se trata de vender libros sí, es verdad, pero también se trata de lectores, de comprometidos lectores con los buenos libros que leen para darlos a conocer.