Reforma de la CIA
La Agencia Central de Inteligencia (CIA), que ha desempeñado un papel fundamental en las últimas décadas para fortalecer la seguridad nacional de Estados Unidos, afronta una de las reestructuraciones más importantes que se han llevado a cabo. Parte esencial de la misma es la expansión de la capacidad de ciber-espionaje, necesaria para adaptarse a un mundo sometido a las novedades tecnológicas.
Estos cambios, que ya están en marcha desde hace meses, representan el reforzamiento de la estrategia de seguridad digital del país, que debe complementar los dos grandes directorios que operan en la CIA actualmente: análisis de inteligencia y operaciones clandestinas. La reforma que se está aplicando se enfoca a la creación de un tercer directorio que englobe la innovación digital, el ciber-espionaje y las nuevas tecnologías informáticas y de comunicaciones. Se trata de aprovechar estos avances, que además son de origen estadounidense, y utilizar sus ventajas en beneficio propio, limitando en lo posible los riesgos y peligros que suponen para el país, de los que ya hemos sufridos algunos percances que podrían haberse evitado.
La operatividad de este tercer directorio es crucial porque entre sus responsabilidades y funciones estarán la supervisión de misiones de ciber-espionaje, de defensa cibernética, de control de comunicaciones y de vigilancia de fuentes digitales, redes sociales, internet y todo lo que huela o se acerque a contenidos tecnológicos. O sea, un directorio moderno, joven, guay, con gente lista que te caes de espalda y que te hackean en un abrir y cerrar de ojos. Un directorio que responda a los desafíos actuales con herramientas informáticas de vanguardia desarrolladas por DARPA, la división de Ciencia y Tecnología de la CIA y las grandes empresas estadounidenses: Google, Facebook, eBay, Apple…
El objetivo de tanta reforma y contrarreforma, cambios y recambios, es derrotar definitivamente a los enemigos que campan por ahí fuera utilizando con desparpajo las herramientas informáticas y tecnológicas que ha desarrollado Estados Unidos (para más inri); enemigos realmente peligrosos, como el Estado Islámico, Al Qaeda, Corea del Norte, Irán, China, Rusia, grupos anarquistas, narcos, terroristas… Para lograrlo, la CIA debe implementar nuevas formas de trabajo, de espionaje y operaciones. La reestructuración incluye la apertura de diez nuevos centros operativos para la realización de misiones combinadas entre analistas, agentes secretos y agentes no oficiales encubiertos, entre otros, en temas de terrorismo, proliferación nuclear, Oriente Medio, tráfico de armas, ciber-espionaje, etc. No creerán que voy a detallar aquí todo…
La capacidad de la CIA para abordar misiones en todo el mundo es formidable, reúne a muchos de los mejores talentos en diversas áreas y sus recursos económicos, humanos y tecnológicos son enormes, pero todavía se puede conseguir una mayor integración y colaboración entre los diferentes directorios y otras agencias federales e internacionales. Lograr esto es vital para aumentar la efectividad frente a los desafíos de seguridad y las amenazas que tenemos por delante.
Si piensa que acabamos de descubrir la pólvora, tampoco es eso. Se trata simplemente de hacer caso a lo que venimos señalando los insistentes de siempre: seguir el ejemplo que hemos conseguido en el Centro de Contraterrorismo de la CIA, es decir, una evolución natural a una mayor cooperación interna, donde pierdan fuerza la división de competencias y se eliminen esas trabas burocráticas o normativas que nos impiden mejorar los resultados y provocan confusión a la hora de distribuir responsabilidades, misiones y el trabajo en general.
La reorganización en curso no es ajena a diferentes enfoques y opiniones del personal y los directivos que están implicados. Definir las nuevas líneas de trabajo, las capacidades de cada uno, la autoridad que compete a los distintos escalafones, las fricciones con la Agencia de Seguridad Nacional y otras, y los objetivos de las misiones secretas, son algunas de las cuestiones que encienden el debate interno en la CIA, la Administración y el Congreso.
Ante esta etapa decisiva, hay algo muy claro: ciertas reformas son necesarias, determinar su alcance será una parte esencial, hasta conseguir que todo cambie para que nada cambie. Es decir, para que la CIA siga siendo la herramienta más poderosa e influyente de los Estados Unidos en su papel en el mundo; un mundo en el que siguen siendo necesarios los agentes y las fuentes de inteligencia humana, pero que tampoco puede ni debe dar la espalda a las nuevas tecnologías.