Comprensión lectora
Una de las razones por las que los índices de lectura es bajo en España es la escasa capacidad de comprensión lectora de una buena parte de la población. Esto provoca que cada español lea por debajo de la media europea, en concreto lee 8,6 libros al año, muy lejos, por ejemplo, de Finlandia, cuyos habitantes leen 47 libros al año. Y el problema lejos de solucionarse con las nuevas generaciones, tiende a empeorar.
De ahí que los nuevos planes de impulso a la lectura deben centrar su acción en la capacidad de comprensión. Si los lectores no entienden lo que leen, es lógico que abandonen la lectura por otras formas de ocio en las que otros ya piensan por ellos y se lo dan todo masticado.
Es necesario articular políticas que impulsen la comprensión lectora de la población en general, no sólo estudiantes, sino también de los adultos.
Un dato del último informe PISA debería poner en alerta a las autoridades: de acuerdo a los países evaluados de la OCDE, España ocupa la posición 20 en “comprensión lectora”, de los 23 que forman parte de dicha organización. Si se parte de esa posición, es difícil pedir que la población lea más porque hay un problema de fondo: que los lectores no se enteran nada o no se enteran mucho de lo que leen.
También es cierto que pocos en España hacen algo para corregir esto, ya que la ignorancia de la población es el primer paso para controlar y manipular a la opinión pública. Algo que siempre le va bien a los gobiernos de turno y a quienes dirigen las grandes empresas, medios de comunicación, etc.
El índice de comprensión lectora arroja otra lectura: el mismo está relacionado con el nivel de desarrollo económico e intelectual de una sociedad. De modo que la educación literaria y la capacidad de entender bien lo que se lee marca el nivel cultural y de bienestar material de un país. Lo vemos perfectamente con los índices de lectura en Estados Unidos, Canadá y los países nórdicos y centroeuropeos, que son los que tradicionalmente más han leído y los que mayor progreso disfrutan.
Aprender a leer obras literarias, potenciando las habilidades para comprender lo que se lee y la educación literaria, es fundamental para aumentar los índices de lectura entre la población. No se aprecia lo que no se entiende, y no se lee lo que no se comprende.
Los lectores tenemos el reto de mejorar nuestra capacidad de valorar, interpretar y entender los textos que leemos.
Si perdemos la comprensión lectora sobre obras diversas, perdemos el alma de lo que debe ser la lectura clásica para pasar a consumir textos “cocinados” para ignorantes literarios andantes. Para comprender bien lo que leemos, debemos leer mucho y con mentalidad abierta, algo que está en riesgo actualmente. El reto es conseguir lectores con un nivel de comprensión alto. Actualmente incluso entre lectores habituales, sobre todo en la franja entre los 13 y los 30 años, esa capacidad de comprensión está limitada en España por una educación muy manipulada y sesgada, trufada de buenismos e ideas políticamente correctas. Muchos leen novelas Young adult, pero la capacidad de entender bien todo lo que leen queda reducido y aplican criterios de elección muy dudosos. No hay más que ver los libros que leen y sus opiniones para entender que estamos ante una generación de lectores literariamente ignorantes y sectarios.
Con la crítica literaria y la prescripción de libros en manos de gente poco competente, los índices de lectura españoles seguirán cuesta abajo, y sobre todo la calidad de esos índices y de esas lecturas.
Mientras no se recupere la pasión por leer y por comprender lo que se lee, como se hace en Estados Unidos y otros países avanzados, la lectura seguirá siendo una asignatura por aprobar para los lectores españoles.