El lobo ibérico
El lobo ibérico sigue siendo una especie amenazada en la Península Ibérica (España y Portugal) a pesar de ser una especie protegida por la normativa de la Unión Europea. Su valor es de importancia capital para la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad, de ahí que cualquier esfuerzo para su conservación deba ser priorizado por encima de otras políticas que destinan cientos y miles de millones de euros en temas absurdos y que son un negocio (ideología de género, movimientos feministas, planes de igualdad y otras memeces diversas). Mientras tanto, se deja a los lobos morir y degradar los ecosistemas que son los que sustentan la vida y regulan toda la cadena ecológica.
El lobo ibérico (Canis lupus signatus) es uno de los habitantes más antiguos de la Península Ibérica y comparte con los perros un antepasado común. Y no por eso anda dando la tabarra con reclamaciones nacionalistas como hacen los plastas de catalanes y vascos. Vive, aunque sería mejor decir sobrevive, en la parte noroeste de la península, aunque también se pueden encontrar unos pocos ejemplares en Andalucía y Madrid. Se alimenta de presas como conejos, ciervos, corzos, jabalíes, gallinas y ganado. Se adapta muy bien a la región en la que habita y cambia su dieta en función de la misma. Les encanta la comida autóctona y las chuletillas de cordero. Que se lo pregunten a los ganaderos castellanos y leoneses…
En la actualidad, se cree que la mitad de los lobos que habitan en España se encuentran en Castilla y León (entre 1.000 y 1.500 ejemplares) y un 35 % en Galicia (entre 500 y 700 lobos). También hay lobos en Cantabria, Asturias y los Pirineos catalanes. En el País Vasco se impide que se asienten manadas con controles de población (caza pura y dura) y en La Rioja está en retroceso. La mayor densidad de poblaciones del lobo ibérico se encuentra al noroeste de la provincia de Zamora, en un municipio llamado Muelas de los Caballeros, donde hay unos 5 o 7 lobos por cada 100 km2. También se han localizado poblaciones lobunas escasas en Sierra Morena (Jaén y Cuenca) y más al sur. Es precisamente en Andalucía donde las poblaciones de lobos están más fragmentadas y amenazadas. Es dramático lo que sucede en lugares como Salamanca, Guadalajara y Burgos, donde la regresión de población lobera ha sido brutal y se impide que prospere.
En España se calcula que viven en torno al 30% de los lobos de Europa y esta especie fue declarada de interés comunitario en la Unión Europea, si bien en España no existe normativa uniforme que proteja esta especie y se matan alrededor de medio millar o más lobos al año. Una salvajada que no ocupa titulares. Lástima que la sociedad española esté anestesiada y atontada con las idioteces de la agenda feminazi y de un gobierno timorato y cobarde.
La caza furtiva y el envenenamiento de ejemplares en las zonas rurales, donde la presencia del lobo puede causar daños ganaderos y agrícolas (habría que preguntarse qué demonios hace la presencia humana en territorio ancestral de lobos y además esquilmando sus piezas de caza naturales), es la causa principal del riesgo de extinción. A fecha actual es muy necesario desarrollar medidas y planes de protección, conservación y gestión de la población del lobo ibérico que eviten su extinción y garanticen la convivencia con el ser humano que invade sus territorios.
El lobo ibérico sigue siendo una de las especies que necesitan más atención y regiones protegidas y corredores biológicos en las que puedan vivir y desplazarse de forma natural lejos de poblaciones humanas. Ampliar sus hábitats es básico para lograr su supervivencia en un mundo que cada vez amenaza más su existencia.