El nuevo gabinete y Administración de Trump
La exigencia del presidente Trump a los miembros de su Administración y de su gabinete es máxima. Desde el primer día, llevar a cabo con éxito la agenda conservadora MAGA ha sido el objetivo principal. Dos años después, más del 70% de la agenda está completada. Se mire como se mire es un éxito. Sin embargo, Trump quiere más, no se conforma, y quiere alcanzar nuevas metas de la agenda antes de afrontar la reelección en 2020.
Para hacerlo con más garantías, es necesario dar un impulso a algunos temas y departamentos de la Administración con nuevos responsables. Desde antes de las elecciones midterm, ya se trabaja de forma interna en el relevo de algunos puestos.
El primero fue el fiscal general, Jeff Sessions, sustituido interinamente por Matthew Whitaker, un prestigioso abogado y político de Iowa, que hasta el 7 de noviembre era jefe de personal de éste. No va a ser el último cambio. Trump ha confirmado el relevo de Kirstjen Nielsen en el Department of Homeland Security; se ha efectuado el traslado de Mira Ricardel, una asesora adjunta de seguridad nacional; el nombramiento de Ronald Vitiello como director del servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE); de Andrew Wheeler, como director de la Environmental Protection Agency. El presidente analiza también los relevos de John Kelly como jefe de gabinete, y de James Mattis como secretario de defensa. Otros nombres que están sobre la mesa son la asesora Kellyanne Conway, Mark Green, de USAID, el secretario de Comercio, Wilbur Ross, y el secretario del Interior, Ryan Zinke.
La forma de trabajar de Trump es exigir lo máximo a cada persona, pero siempre se le concede la oportunidad de salvar su puesto con nuevos logros. Por esa razón ningún cambio está hecho hasta el último minuto. Ni siquiera los anteriormente citados. El presidente busca y quiere resultados positivos. Mantener a los miembros del gabinete en una situación de objetivos a cumplir ha permitido que en estos dos años se hayan logrado éxitos importantes en economía, empleo, defensa, seguridad nacional y comercio internacional.
Los dos años que restan hasta la reelección en 2020 necesitan de personal dispuesto a dar el 100 por 100 con la máxima lealtad y una alta eficacia a prueba de mentiras de medios progres. Trump está evaluando con minuciosidad a los nuevos responsables que entrarán en el gabinete y la Administración. No es una tarea sencilla porque de ellos dependerá la gestión para alcanzar las metas que quedan pendientes.
De todos los cargos que están en el punto de mira, sólo algunos saldrán para ser relevados en sus funciones. Las circunstancias del momento y su desempeño próximo, van a ser determinantes en la decisión presidencial.
Después de una clara victoria republicana en las elecciones midterm, en las que se ha ampliado la mayoría en el Senado, y se ha demostrado que los asientos ganados por los demócratas en la Cámara de Representantes han sido robados a los republicanos con un fraude electoral masivo, Trump ha pasado página para centrarse en los desafíos que nos aguardan en estos dos próximos años.
El presidente Trump ha logrado formar un gabinete y una Administración con una capacidad enorme de obtener buenos resultados. Por supuesto, no es una máquina perfecta, y requiere de ajustes y relevos necesarios porque el tiempo, el desgaste y el nuevo escenario que se abre necesitan de otros perfiles. Trump se ha erigido en un jefe eficaz y competitivo que exige a su equipo lo mismo. Por eso los cambios que se avecinan deben ser vistos como lo que son: un impulso necesario para alcanzar nuevos objetivos.
La presidencia de Trump es ya una de las más exitosas de la historia, los datos lo demuestran sobradamente. Pero queda mucho por hacer y no podemos perder ni un día.
La agilidad en los relevos que ha impuesto Trump en cargos de la Administración y del gabinete es una de las características más notables de esta presidencia.
Mientras esto sucede respecto a los cargos con un perfil público, es destacable que el círculo privado de asesores del presidente Trump se mantiene muy estable desde que decidiera presentarse a las primarias del Partido Republicano. Voces como las de Sean Hannity, entre otros (la mayoría alejados de los medios y los focos), son escuchadas con respeto por el presidente. No es la única. Los asesores más cercanos a Trump se mantienen con firmeza y lealtad cuando ya afrontamos la segunda mitad del mandato presidencial ganado en 2016.