Trump y su red Truth Social
La estrategia de Donald Trump para recuperar la Casa Blanca que los demócratas robaron mediante el mayor fraude electoral de la historia, un escándalo político que los medios progres se niegan a cubrir, tiene varios enfoques. Uno de ellos pasa por el desafío que planteará al dominio de las grandes tecnológicas con su propia red social, denominada Truth Social.
Para Trump, esto representa un tremendo esfuerzo que es mucho más que política. Para él se trata de salvar Estados Unidos y nuestra democracia constitucional, ahora amenazada gravemente por las acciones de los demócratas, que desean perpetuar sus fraudes electorales.
Al contrario que Biden y su banda de socialistas, Trump cree firmemente que Estados Unidos siempre ha sido una nación de personas valientes, inteligentes, enérgicas e independientes que se enorgullecen de pensar por sí mismas, sin que un gobierno o poder superior establezca la “verdad” suprema. Trump, sus asesores más fieles y cuantos colaboramos con él y le apoyamos, admiramos a aquellas personas que no tienen miedo de decir lo que piensan, de actuar libremente o de ir contra corriente.
Durante la Administración Trump, se vivió un período de libertad de prensa y de opinión en las redes sociales sin parangón. Todo eso terminó cuando los demócratas activaron el fraude electoral, un auténtico golpe de estado para subvertir el resultado real de las elecciones de 2020, en las que ganó Trump, y por bastante diferencia.
Sin embargo, desde entonces y hasta ahora, por culpa de Biden y sus aliados mediáticos y tecnológicos, nos encontramos con la mayor represión de la libertad de prensa y censura en las redes sociales, al dictado de un pequeño grupo de canceladores de la cultura y árbitros autoproclamados de lo que todos los demás pueden pensar, decir, opinar, compartir y hacer. Esto se ha extendido a los medios de comunicación, que ya censuraban y manipulaban vergonzosamente a Trump, pero en ninguna parte esta censura es más descarada que en las redes sociales, que se han convertido en la plaza pública de nuestro tiempo.
Día sí y día también estamos viendo a políticos conservadores expulsados de las redes, médicos de renombre excluidos de las plataformas sociales por contradecir a las “autoridades sanitarias” o cuestionar la narrativa política del momento, y a deportistas y otros ciudadanos perseguidos por ejercer su libertad a vacunarse o no. Vemos con espanto a científicos incluidos en la lista negra por compartir pruebas de que la pandemia comenzó en un laboratorio chino. Vemos cómo profesionales independientes que aportan pruebas del fraude electoral son marginados, amenazados, perseguidos y sus voces silenciadas. Vemos informes vitales sobre los tratados comerciales en el extranjero de Joe y Hunter Biden, con información que los votantes necesitaban y merecían escuchar, reprimidos y borrados de Internet sólo unas semanas antes de las elecciones presidenciales. Recientemente hemos visto cómo Twitter prohibió a la congresista Marjorie Taylor Greene y al inventor de la vacuna ARNm, el Dr. Robert Malone, por «hablar mal» sobre el tema de COVID. O sea, por disentir y ofrecer otra información alternativa a la oficial. Y vemos cómo Trump ha sido silenciado en las redes sociales por una pequeña oligarquía de empresas tecnológicas y corporaciones de medios que dominan y manipulan el mercado a capricho y de forma ideologizada.
La corrupción de estas plataformas sociales y de medios de comunicación progres no se puede ignorar. Hemos caído por la pendiente resbaladiza de la censura en nuestro país y en todo el mundo, y los temas que los estadounidenses tienen cada vez más prohibido debatir se encuentran entre los más importantes de nuestros días y los que más nos preocupan.
Esta censura agresiva y la cultura de cancelación imperante no sólo es antiestadounidense y va contra todo lo que ha sido y representa esta nación de libertades, sino que tiene consecuencias directas en el mundo real cada día. Las más obvias son las crisis y catástrofes que se desarrollan bajo la Administración Biden y que son silenciadas para que la gente no se entere de nada: la calamitosa retirada de Afganistán, el desastre de la inmigración ilegal en la frontera sur, la inflación galopante y la pesadilla del gasto socialista multimillonario sin control, y las restricciones absurdas con la excusa del coronavirus, sólo por nombrar algunas de ellas.
En un país que tenía libertad de expresión y un flujo de información libre sin igual bajo a Administración Trump, nada de esto hubiera sucedido nunca, y nadie lo entiende mejor que las personas que censuran a conciencia para seguir manteniendo a la gente en la ignorancia y controlar sus vidas y el poder.
En lo que llevamos de Administración fraudulenta Biden, el silenciamiento y la cancelación también han afectado a nuestro país de formas más sutiles, pero igualmente destructivas. ¿Cuántos estadounidenses ya no confían en las palabras que escuchan de sus líderes, mandos militares, medios de comunicación o funcionarios de salud pública, porque lo único que saben con certeza es que no están recibiendo la historia completa y que la mayoría de las veces la información está manipulada o sesgada?
¿Cuántos ciudadanos han llegado a sentir tristeza por sus vecinos, amigos, familiares y compañeros, sintiendo que ahora viven en dos realidades completamente diferentes? ¿Y cuántos millones de estadounidenses se oponen a tantas tonterías que se nos infligen y tratan de imponer, pero ven la mano dura de los canceladores y concluyen que su voz no puede hacer ninguna diferencia, o que el coste de hablar es demasiado alto?
Hablamos de millones de ciudadanos americanos que asisten a este circo con pasmo y cabreados, muy dispuestos a coger sus armas (un micrófono, una pantalla, un periódico, un blog, un ordenador, un rifle o lo que sea) para defender nuestras libertades y nuestra república constitucional. Y con toda la razón del mundo.
La nueva era de la censura y la cancelación es un desastre para nuestro país que lo está destruyendo desde dentro. Todo iba mejor con Trump, cuando teníamos debates abiertos y podíamos avanzar juntos, como estadounidenses, con todos sabiendo que su voz y sus mejores argumentos habían sido escuchados y muchas veces aceptados o rechazados con criterios objetivos y buenas razones.
La experiencia de este tiempo de dictadura encubierta bajo los demócratas y sus aliados mediáticos, ha hecho que Trump tomara conciencia de que para restaurar la libertad de expresión, tendría que entrar en el mercado una nueva plataforma importante, con el firme compromiso de proteger un debate plural. Dado que es difícil y costoso construir una nueva plataforma totalmente independiente de la infraestructura de las grandes tecnológicas (Big Tech), tendría que ser una empresa de varios años muy bien financiada. Además, dicha plataforma necesitaría la capacidad de atraer rápidamente a millones de usuarios, dando la bienvenida no sólo a los conservadores, sino también a los independientes y los progresistas.
Son desafíos tan enormes, complejos y difíciles, que sólo alguien como Trump, con su liderazgo, recursos, experiencia y el deseo de hacer que todo funcione para salvar la libertad de expresión en Estados Unidos, podría conseguir. Ese mismo espíritu que siempre ha guiado su vida, de lucha, de trabajo constante, de perseverar y triunfar, que es la esencia del espíritu estadounidense, es lo que le mueve para poner en marcha esta iniciativa para el bien de todos los ciudadanos y de esta nación.
Para enfrentar la censura de las Big Tech, Trump está creando una plataforma denominada Truth Social, que tendrá un triple enfoque, y desde la que se invita a personas de todas las tendencias políticas y de todos los puntos de vista diferentes a que vengan y participen una vez más en un gran debate libre. De eso se trata Estados Unidos. A diferencia de las plataformas de las grandes tecnológicas actuales, en Truth Social no habrá prohibiciones, censura, desmonetización o alteración de algoritmos para la manipulación política. No tratará a los usuarios como ratas de laboratorio para experimentos sociales, ni etiquetará puntos de vista alternativos como «desinformación». No silenciará simplemente porque puedan estar equivocados, o peor aún, porque se piense que los estadounidenses «no pueden manejar la verdad». No se censurarán las opiniones. Será una red social tan libre, vibrante, animada y diversa como los son los Estados Unidos. Truth Social es sólo el comienzo de los planes de Trump, una parte de la estrategia para mantener un debate público y directo con los americanos, sin censuras de la izquierda. Además, Trump Media and Technology Group, cuyo director ejecutivo (CEO) es el ex representante del Distrito 22 de California y líder del Comité de Inteligencia, Devin Nunes, también lanzará un servicio de transmisión de vídeo bajo demanda que competirá con la programación de entretenimiento que cada vez está más manipulada por el socialismo demócrata y politizada por las Big Tech y los reproductores de Big Media. TMTG también ampliará sus oportunidades para crear alternativas a prueba de cancelación en otras áreas clave que van desde los servicios web hasta el procesamiento de pagos. TMTG se asoció con Rumble en diciembre de 2021 para ofrecer sus servicios de vídeo en la nube. Una estrategia global que hará posible que Trump y el movimiento MAGA tengan sus propios altavoces mediáticos, culturales y sociales.
¿Qué hemos aprendido del fraude electoral de 2020 y de lo que llevamos de Administración ilegítima de Biden? ¿Y de la prohibición de la presencia de Trump en Twitter, Facebook, Instagram y Snapchat? Que no se puede confiar en ese pequeño número de personas poderosas que piensan lo mismo (ideas socialistas), que son sectarias y desean silenciar a cualquiera que piense de manera diferente, y que controlan casi todas las principales empresas de medios, tecnología y entretenimiento en Estados Unidos. No podemos dejar nuestro futuro en sus manos. Y no lo vamos a hacer.
Donald Trump está decidido a romper ese control y monopolio sobre las voces del pueblo estadounidense, no sólo por él y por sus millones de votantes, sino para salvar los Estados Unidos de América y construir la red social más libre posible. Millones de estadounidenses y personas de todo el mundo cuentan con nosotros para hacer esto.
Truth Social está previsto que entre en funcionamiento el 21 de febrero, el Día de los Presidentes. Trump ya está volviendo.
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