La estafa del comité del 6 de enero
A dos semanas de las elecciones midterm, el Estado Profundo que controla el Comité del 6 de enero ha hecho un movimiento para tratar de perjudicar a Donald Trump y los candidatos MAGA que respalda. Después de la sarta de mentiras en las que llevan empeñados durante meses, a sus integrantes no se les ha ocurrido otra idea que citar a Trump para testificar. Una citación que ya ha tenido respuesta por parte del aludido mediante una carta pública de 15 páginas dirigida al panel.
La carta se titula “PACIFICAMENTE Y PATRIÓTICAMENTE”, y hace referencia a su declaración a los manifestantes que se congregaron en Washington el 6 de enero de 2021 para protestar por el fraude electoral demócrata, cuando les dijo “que hicieran oír sus voces pacífica y patrióticamente”.
Aunque a Trump le encantaría ir a dar caña a los sinvergüenzas del Comité, que no han dejado de impulsar una caza de brujas sin ninguna base, es poco probable que la citación tenga éxito, ya que se presentarán impugnaciones legales por parte del equipo jurídico de Trump. Además, la citación expirará al final del actual Congreso, que es el 3 de enero de 2023, cuando previsiblemente los republicanos tomarán el control del mismo tras ganar las elecciones en noviembre.
Lo que subyace realmente de toda esta historia es que las elecciones presidenciales de 2020 fueron amañadas por los demócratas y robadas con nocturnidad y alevosía. Lo sabe absolutamente todo el mundo en Estados Unidos. Hasta la ex candidata presidencial demócrata, Tulsie Gabbard, ha abandonado el Partido Demócrata, asqueada de las mentiras, las manipulaciones y la tiranía de quienes forjaron el fraude y están ahora en el poder de forma ilegítima, y está haciendo campaña electoral con los republicanos para apoyar a los candidatos respaldados por Trump para el Congreso.
La realidad es fácil de contar y entender. No tiene pérdida. Así, los hechos nos indican con claridad que el mismo grupo de demócratas de izquierda que utilizó su posición mayoritaria en el Congreso para crear e impulsar la narrativa ficticia de la colusión rusa, sintetizada en el impeachment número uno, el impeachment número 2, de los que Trump salió victorioso, impune y reforzado; la misma gentuza que preparó el Informe Mueller que costó más de de 48 millones de dólares a los contribuyentes y que determinó que no hubo colusión alguna con Rusia; los mismos personajes tocados del ala y corruptos que ya todos conocemos (Obama, Hillary, etc) que organizaron el espionaje ilegal de la campaña electoral de Trump en 2016 y después el espionaje de la Casa Blanca durante su presidencia; los mismos tontos que han facilitado el desastre de Afganistán y de Ucrania con sus políticas absurdas y débiles; en suma, esa Camarilla de corruptos son los que están detrás de este comité de matones políticos partidistas cuya única función es destruir las vidas y reputaciones de cuantos trabajaron con Trump y al mismo Trump. Mientras grupos subversivos que han cometido actos de terrorismo urbano que han costado vidas y miles de millones de dólares, como Antifa, Black Lives Matter y otros, quedan impunes, la persecución a Trump se intensifica sólo por el hecho de que se presentará y ganará de nuevo las elecciones en 2024.
Es una ofensa a la democracia estadounidense y a cuantos creemos en la libertad y la justicia que todo el dinero gastado en la farsa y la cacería de brujas contra Trump, no se haya empleado en lo verdaderamente importante: examinar y exponer el fraude electoral masivo que tuvo lugar durante las elecciones presidenciales de 2020, y en su lugar se haya centrado en perseguir y criminalizar a quienes protestaron pacíficamente con la excusa de un asalto al Capitolio dirigido desde las filas del Partido Demócrata y sus aliados dentro del aparato del estado. Algo probado sobradamente.
Las evidencias que se han conocido en estos dos años dan la razón a Trump, que mantuvo desde el principio que hubo una campaña demócrata para amañar las elecciones, basado en gran parte en el voto por correo ausente. Hasta la revista Time sacó en portada en febrero de 2021 el plan fraudulento que llevó a Biden a la Casa Blanca. Los autores del reportaje escribieron:
“Para el presidente, algo se notaba mal. ‘Fue todo muy, muy extraño,’ dijo Trump el 2 de diciembre. A los pocos días de las elecciones, fuimos testigos de un esfuerzo orquestado para ungir al ganador, incluso cuando muchos estados clave estaban todavía contando votos’. En cierto modo, Trump tenía razón. Hubo una conspiración desarrollándose detrás de escena…”
Lo cierto es que desde 1888, ningún titular que haya ganado votos ha perdido la reelección. Trump recibió 11 millones de votos más en 2020 que en 2016. Ganó los estados clave de Ohio, Florida, Carolina del Norte e Iowa, de forma aplastante; los cuatro estados que han pronosticado correctamente los ganadores de las elecciones desde 1896; ganó 18 de los 19 condados más importantes del país, y aseguró la victoria de 27 de las 27 contiendas por la Cámara de Representantes; en cambio, los demócratas no cambiaron ni un solo estado. Cuando eso sucede, ningún presidente ha perdido unas elecciones desde 1960.
Todo lo sucedido debiera haber estado bajo la lupa del Comité, pero no ha sido así porque se ha tratado todo el tiempo de impulsar un teatro político y una persecución para anular a Trump políticamente. Su desfachatez ha llegado al punto de ignorar deliberadamente el hecho de que días antes del 6 de enero de 2021, Trump recomendó y autorizó entre 10.000 y 20.000 soldados de la Guardia Nacional para garantizar la toma de posesión presidencial y la paz, la seguridad y la protección en el Capitolio y en todo Washington, D.C, pese al fraude descarado. Algo que impidieron los demócratas con la loca Nancy Pelosi a la cabeza. Durante su discurso del 6 de enero, el presidente Trump no impartió consignas en ningún momento a sus partidarios para que tomaran el Capitolio y derrocaran al gobierno. Ni siquiera llamó a utilizar la violencia. Por el contrario, instruyó específicamente a sus partidarios a protestar pacíficamente. Si Trump hubiera buscado una insurrección, ¿por qué le pidió a Pelosi que aumentara la presencia de la Guardia Nacional (a lo que ella se negó) antes del 6 de enero? Todos los eventos sucedidos en el Capitolio fueron promovidos y organizados en su mayor parte por individuos de izquierda radical de Antifa, BLM y agentes encubiertos del FBI próximos al Partido Demócrata. Era todo un teatro. El verdadero crimen del 6 de enero fue una elección robada que instaló al peor presidente en la historia de los Estados Unidos, una simple marioneta con las capacidades cognitivas mermadas en manos de una Camarilla.
Llegados a este punto, el pueblo estadounidense no tolerará que se siga persiguiendo a Trump y a sus votantes de forma injusta. Las elecciones midterm son el próximo punto de inflexión. Los votantes exigimos que se responsabilice a los que cometieron el fraude electoral. Un nuevo Congreso republicano tendrá mucho trabajo en este sentido.
Entretanto, Donald Trump afila sus armas para la lucha por la Casa Blanca en 2024. Y tiene unas cuantas en su arsenal, se lo aseguro.