El plan de Trump para salvar la educación
Hace unos días, Donald Trump anunció su cuarta gran promesa electoral, que consiste en un plan para salvar la educación estadounidense y devolver el poder a los padres. La izquierda radical, de la mano de los demócratas, está destrozando el sistema educativo. Es algo que vemos todos cada día. Se trata de los niños de América. No podemos dejar de dar la batalla en esta área fundamental.
Las políticas dañinas socialistas no sólo se han infiltrado en el sistema educativo estadounidense de forma profunda, sino que están a un paso de apoderarse de él. Trump ha puesto a punto un plan completo para recuperarlo y lo ha anunciado sin medias tintas, como en él es habitual: “Nuestras escuelas públicas han sido tomadas por maníacos de la izquierda radical”.
Su plan para salvar nuestro sistema educativo y a los niños de la confusión causada por la teoría crítica de la raza, la ideología transgénero y otros contenidos raciales, sexuales o políticos inapropiados, es sin duda una de las mejores noticias en lo que va de año. El primer paso de este plan sería recortar los fondos federales a las escuelas que impulsan la agenda “woke” (despertar), que no es otra cosa que todo lo anterior y la manipulación completa de la historia y la actualidad.
El siguiente paso del nuevo plan sería abrir investigaciones de derechos civiles en cualquier distrito escolar que se haya involucrado en discriminación basada en la raza, por ejemplo, la discriminación contra los estudiantes asiático-estadounidenses, que se ha detectado en muchos centros.
Como vemos de forma habitual, la agenda socialista “woke” es verdaderamente hostil a las enseñanzas judeocristianas. Una de las razones es porque quieren reemplazar la enseñanza de valores religiosos, éticos y morales que emanan de Dios por cuestiones marxistas. Para Trump esto “en muchos sentidos, esto se parece a una nueva religión establecida” por la izquierda radical. Por ello, el plan perseguiría posibles violaciones de la Primera Enmienda de la Constitución.
El tercer paso en el plan educativo de Trump es encontrar y eliminar a los fanáticos radicales y marxistas que se han infiltrado en el Departamento de Educación federal. Es decir, despedirlos. Una prioridad absoluta dado el daño inmenso que están haciendo en la mente y la formación de los niños. En la presentación del plan, Trump dijo que Biden les ha dado demasiado poder a “estos lunáticos de izquierda” y que “los despediría y los escoltaría fuera del edificio”. Esta medida es reclamada por millones de padres en todo el país.
Como complemento a estas medidas de urgencia, Trump no firmará ningún proyecto de ley de asignaciones que no reafirme la capacidad del presidente para destituir a los empleados que desafíen a la autoridad competente y vetará cualquier esfuerzo por armar la educación cívica con la agenda de la izquierda radical. Asimismo, el plan contempla mantener a los hombres (transgéreno) fuera de los deportes femeninos. Algo que es de sentido común, pero que las políticas de izquierda están fomentando de forma irresponsable.
Además, la nueva Administración Trump crearía un nuevo organismo de acreditación para certificar a los maestros que abracen los valores patrióticos, apoyen la forma de vida americana y entiendan que su trabajo no es adoctrinar a los niños, sino educarlos. El plan educativo de Trump dará preferencias de financiación a los estados y distritos escolares que eliminen la tenencia de K-12 y adopten el pago por mérito para promover la excelencia en la enseñanza. También ofrecerá un trato favorable a los estados y distritos escolares que reduzcan drásticamente la cantidad inflada de administradores escolares, incluida la burocracia costosa, divisiva e innecesaria sobre diversidad, equidad e inclusión, que es un auténtico pozo de corrupción y manipulación educativa. También implementará elecciones directas de directores de escuela por parte de los padres, como la última forma de control local.
Por último, el plan promueve una novedosa y necesaria Declaración de Derechos de los Padres, que incluiría la elección de escuelas, la transparencia del currículo y la elección de directores por parte de los padres. Si la gente teme que esto convierta a los rectores en políticos, la noticia es que ya lo son ahora. El plan de Trump devolvería simplemente el poder a los padres al despojar el sistema de las burocracias educativas actuales. Los padres tendrían una voz real en los contenidos que se les enseña a sus hijos, tal y como debe ser.
Trump ha señalado en su presentación del nuevo plan educativo que Estados Unidos gasta más en educación que cualquier otra nación del mundo, pero año tras año, nos quedamos cortos en rendimientos escolares. Trump pretende exigir un retorno de la inversión y lograr el mejor sistema educativo del mundo. Un objetivo encomiable y muy posible con la política educativa adecuada.
Es hora de transformar todo lo que no funciona y dar la batalla allí donde es necesario, y las escuelas están en primera línea. Promover la excelencia es positivo y necesario. Imponer uniformidad y conformidad ideológica está destrozando la educación americana y a millones de niños. El plan de Trump es una luz de esperanza en medio de esta oscuridad de la agenda izquierdista radical. Quien busque razones para votar a Trump de nuevo, tienen otra en este plan para recuperar el control de la educación estadounidense y las escuelas por parte de los padres.